viernes, 16 de septiembre de 2011

Miradas.

Una mirada tuya cambiaba muchas cosas. Desde que un día malo se convirtiera en bueno hasta lo mismo exactamente al revés, era inexplicable lo que tus ojos causaban en mi. Con tan solo mirarme lograbas calmarme y hacerme sentirme bien o hacerme llorar. Podría haberme pasado la vida entera mirándote, tu eras esa persona a la cual le podía sostener la mirada fija hasta cansarme. Tus ojos siempre me dijeron la verdad, nunca me mintieron. La única mirada que conseguía mi debilidad.
Hacemos enormes esfuerzos para no necesitar de nadie, para no necesitar de una mirada para existir. Pero somos esclavos de esa mirada, la necesitamos, como al aire. Hacemos cualquier cosa por atraer esa mirada, intentamos ponernos en el campo visual del otro, quisiéramos tener un reflector que nos ilumine, quiesiéramos brillar para ser mirados. Lo curioso es que lo ojos que más nos obsesionan son los que no nos pueden mirar. 
Lo queramos o no, somos esclavos de esa mirada porque todos somos luces apagadas que solo se encienden cuando alguien nos mira.
Lo supe en el momento que te vi, quererte iba a dolerme de verdad. Pero volví a mirarte y comprendí, que iría contigo hasta el final.
Intenté alejarme, no pensarte más. Me dolió entregarme como nunca lo hice jamás.L

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