lunes, 22 de agosto de 2011

A veces sobran las palabras.


A veces sobran las palabras y abundan los hechos, los simples hechos que te hacen ver la realidad. Realidad que, seguramente, no quieras ver. 
Este es uno de esos momentos en los que prefiero palabras, palabras que me encanten y me lleguen al corazón aunque luego sean mentiras y que los  hechos destrocen de un momento a otro. Y sinceramente, sigo sin creerlo. Han pasado unas semanas, y se me han hecho eternas. Las peores semanas de mi vida, sin tener al lado a esa persona especial. Esta parece que es la definitiva, y no quiero pensar en ello. Ver que todo, poco a poco, acaba y que no tienes nada que hacer. Que todos los planes de futuro quedan en eso, en simples planes de futuro que no se podrán hacer realidad. Y que en tan solo unas semanas, todo esté pasando tan rápido... que no puedo. Que todo esto me queda grande, que le necesito a él a mi lado, pero no quiero volver a sentirme engañada.
Y ahora que lo pienso... ¿qué tiene ella que no tenga yo? No puede ser. Todas las promesas se van con el viento, el daño ya está hecho y será difícil repararlo todo. Y... es verdad eso que decían. Prometer algo, es prometer a ciegas. Para siempre, o un fracaso. No hay termino medio. Esto queda en fracaso. Pero, ¿sabes? Aún tengo esperanzas. Esperanzas de que vuelvas a quererme igual que antes y dejes tu orgullo a un lado solo para estar conmigo y cumplir todos y cada uno de los planes que teníamos.
Solo quiero que te des cuenta de que una relación es de 2, no de 3. Que lucharé por ti, a mi manera. Solo piensa que si ahora estoy luchando, cualquier día me cansaré y dejaré de luchar. Pero yo mis promesas sí las cumplo y por ti lucharé hasta el final...

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