jueves, 10 de noviembre de 2011

No sabes si pasará algo, pero lo que si sabes, es que quieres que pase.

Y te cansas de esperar. Cada vez el túnel es más largo, y la luz más pequeña. Sientes que estás perdiendo oportunidades, opciones o como lo quieras llamar. Dudas de si hay algo; de si alguna vez lo hubo. Piensas que es mejor no pensarlo, y te equivocas. Y ya no sabes que hacer. Demasiado tiempo esperando a que pase algo y no pasa nada, absolutamente nada. Lo piensas una vez más y lo dices en alto: dos semanas. Después no quedará nada. No sabes si pasará algo, pero lo que si sabes, es que quieres que pase. 
Es como cuando atrapas una pequeña mariposa entre las manos, y de pronto, sientes que se te escapa, que no la puedes coger. Eso sí, no lo des todo por perdido.Y día a día nos matamos a preguntas. Preguntas que la mayor parte de las veces no tienen fácil respuesta. Y así, nuestra felicidad se cae al suelo, y con ella las ganas de vivir. Y entre el “si” y el “no” de los pétalos que vamos arrancando de una margarita, incluimos un “quizás”. Qué nos habrán hecho las margaritas. Quizás ellas sean las culpables de que en nuestras vidas, el amor lleve un “des” delante; de que nos hagan daño los zapatos; o de que llueva el día de nuestro cumpleaños. Pero lo más probable es que no. Normalmente nosotros somos los culpables de las dudas que nos rodean y de los problemas que éstas causan. Hoy, me he dado cuenta de que he estado viviendo a base de intentar solucionar problemas inexistentes y me he propuesto (volver a) ser feliz. Quiero que vuelva a mi vida la felicidad. Que duerma conmigo todas las noches, y que cuando me despierte por la mañana, todavía siga ahí. Ya me resulta aburrido actuar sobre seguro. Echo de menos las locuras que no he pensado más de dos segundos antes de hacer, los “te quiero” expontaneos y las carcajadas que surgían a partir de chistes malos. Si dudas, hazlo. Llévale la contraria a Murphy; si algo puede salir bien, saldrá bien. Y si sale mal, al menos podrás decir que lo has intentado, que no te has quedado con las ganas.   No te arrepentirás, porque las mejores decisiones, se toman en el momento. ¿Y sabes qué? Los besos no se piden, se roban; y los te amo, se sienten, pero se dicen sin pensarlo. 

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